Desde lo más remoto de mi memoria recuerdo la infancia con los amigos del barrio, los juegos que mi hermano y yo compartíamos corriendo y saltando en el patio y en la calle (cuando en las calles de las ciudades aún se podía jugar) como algo natural, espontáneo, cotidiano. La calle era nuestro medio, la imaginación nuestro recurso y la improvisación nuestra originalidad. No había tantos recursos económicos ni tantos avances informáticos, el tiempo de ocio consistía en bajar a jugar con los vecinos del barrio, en los prados y jardines cercanos a las casas. Y el juego era improvisación, correr, saltar era algo natural y cotidiano, divertido y “competitivo”, organizábamos concursos de saltos de obstáculos con palos, donde no solo contaba no tirar ninguno sino también acabar en el menor tiempo posible.
El entrenamiento de alta intensidad
Este libro ha sido realizado por Ph. Ds. en el campo de las Ciencias de la Actividad Física, Salud y el Deporte, con la oportunidad de acercar a los lectores de una forma amena, pero a la vez rigurosa, a las tendencias actuales sobre el Entrenamiento de Alta...